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martes, 17 de junio de 2014

ELEGIR EL CAMINO CORRECTO



                                 ELEGIR EL CAMINO CORRECTO 






Para poder crecer y avanzar, debemos intentar mirar siempre la imagen más global de nuestra vida. Siempre habrá incertidumbre en la vida y también es de esperar que después de un tiempo algunas cosas se vuelven rutinarias y, por tanto, aburridas. Es fácil dejarse llevar por lo que vemos en los medios de comunicación y las vidas tan interesantes que nos parece que llevan los demás y podemos caer en el error de pensar que nuestra vida no merece la pena.


A veces podemos tener una sensación de vacío, inquietud o descontento general. Estas sensaciones pueden ser provocadas por situaciones de estrés o grandes cambios o pueden venir simplemente como consecuencia de la rutina diaria. Sea como sea, en esos momentos existe el peligro de echarlo todo a perder por un momento fugaz de felicidad o emoción. Nos justificamos diciendo que si otros lo hacen, nosotros también podemos hacerlo, aunque vaya en contra de nuestro propio código moral. Los errores son humanos, pero los errores intencionados no se pueden justiicar ni se deben glorificar. Pueden ser una manera de provocar una reacción en los demás pero esto es una falta de responsabilidad ya que, inconscientemente, estamos obligando a los demás a tomar decisiones debido a nuestro comportamiento insensato, en vez de asumir la responsabilidad y tomarlas nosotros mismos.

Cuando nos sentimos vacíos, debemos mirar la imagen global y elegir lo correcto, aunque nos parezca aburrido. No se puede justificar un camino emocionante si, a nivel moral, claramente es el camino equivocado. Al cabo de un tiempo recuperaremos el equilibrio y no debemos sentir remordimientos. Si hemos elegido bien, estaremos en el camino que nos proporcione paz  una vez pasados los momentos de insatisfacción. No debes permitir que tus emociones te desvíen de tus valores fundamentales. 


Suami Purohit
Junio 2014

lunes, 21 de abril de 2014

DÍA A DÍA- LUCES Y SOMBRAS


LUCES  Y SOMBRAS





La oscuridad  es simplemente la ausencia de luz y la luz es la ausencia de  oscuridad.
La única diferencia que  existe es que cuando hay oscuridad, la luz no se puede apreciar, en cambio en la  radiación de luz, la oscuridad queda difuminada en su mínima expresión. Quiero decir con esto, que todo ser de luz también lleva su sombra, todo ser que ha hecho una labor sobre sí mismo en la composición de la luz en sí mismo siempre tendrá la sombra como compañía. La llevará como  estampa la cual deberá reconocer.
Este terreno es muy amplio cuando hablamos de seres humanos con una labor espiritual avanzada.
Muchas veces al ver a estos seres con una labor en la luz muy superior a cualquier ser humano, automáticamente nos despierta admiración, devoción etc., etc. El estado de luz nos encanta y nos hace ver solo un aspecto de la moneda de luz. Pero cuando ese ser de luz muestra su sombra es automáticamente criticado lapidado porque ha sido una “deshonra” o todos los calificativos que cualquiera de los mortales podamos hacer hacía aquella persona.

“El que esté libre de toda culpa que lance la primera piedra”



Comprender ese aspecto desde la racionalidad parece una ardua tarea  ya que queremos tener a ese o esos seres en lo alto como algo impenetrable,  olvidándonos de que “Como es arriba es abajo” “como es blanco es negro” “donde hay luz hay sombra”

Recuerdo que de niño tuve mucha influencia de diversas religiones la cual  formé en mí un ser renegado de toda doctrina pastoral. En la práctica aquellos “Altos” representantes de  las diversas doctrinas, mostraban sus sombras en la vida diaria y eran luz en sus respectivas casas religiosas, No niego que de vez en vez habían destellos de luz o quizás chispazos alicaídos que no penetraban en mi inquietud de conocer la verdad o la coherencia del ser humano.
Creo que experimentar esas vivencias, formó en este servidor buscar y seguir afianzando la coherencia  entre lo que pienso, lo que digo y lo que pongo en acción.
Aprender de las sombras  y de las luces de  otros,  es reconocer nuestra sombra, aceptarla  como parte de nuestro crecimiento en esta transitoria vida.

Carlos Colonia B.

21 Abril 2014

lunes, 25 de marzo de 2013

DÍA A DÍA- UN CIRCO


HABÍA UNA VEZ... UN CIRCO



Cuando somos niños, vivimos, sentimos, gozamos de nuestra esencia más pura. Es como beber de la fuente eterna de aguas cristalinas. Es la etapa donde estamos conectados con esa totalidad de manera sencilla y lo más importante sin ningún tipo de prejuicio. Por esa razón actualmente escuchamos a más de uno decir:

-Todo era más sencillo cuando éramos niños, no había preocupaciones ni nada.-

 ¿Cuánto dura este romance?  No lo se. Vamos perdiendo o vamos saliendo de ese estado de diferentes maneras. Algunos de forma violenta, otros con frases muy típicas de los adultos.

"-Compórtate, que ya no eres un niño-

Creo que la expresión ultima, es un clásico que hemos escuchado a nuestros padres e incluso nosotros mismos lo hemos pronunciado en algún momento o varios momentos. Y no solo lo hemos dicho a nuestros hijos, si no a las personas con ese comportamiento "poco maduro"  porque según las normas de la sociedad debemos comportarnos o ser de la forma que piden los estándares "normales" para ser normales y ser aceptados en esta sociedad. 
Creo que esta ultima expresión va ligado con algo tan natural que necesita el ser humano para integrar un grupo y ser aceptado. A pesar que nuestra parte interna nos diga lo contrario. A continuación narraré una experiencia de mi niñez, lo cual narra estos sentimientos. (Ser aceptado y/o actuar de una determinada  manera para ser parte de un grupo)

Tenía unos ocho o nueve años. La calle era mi segundo hogar, era el lugar donde compartía una serie de aventuras con los niños de mi barrio. Detrás de la casa de mis padres había un polvoriento "parque"  eso era un proyecto de parque, no había más que arboles de eucalipto y una "canchita de fútbol" al lado de aquella canchita de fútbol existía un espacio polvoriento, muy seco. En aquel lugar se instalaban de manera itinerante los circos de barrio. Eran circos muy baratos. El circo como era costumbre en Lima montaban los escenarios en los meses de julio, coincidiendo con el aniversario patrio. Estos circos llegaban con animales enjaulados, monos, perros acróbatas, payasos y un sin fin de personajes que garantizaban un gran espectáculo. En aquel entonces, pedir a mi madre dinero para ver el circo era impensable, es más ni se lo pedía. 
Dentro de mí había un  fuerte deseo de ver el show. Me conformaba ir día a día a ver los animales enjaulados y recorrer la parte externa del circo. En esas idas y venidas aparece un amigo del barrio que era mucho mas inquieto y pícaro para saltarse las normas. Me comentaba que habían entrado sin pagar otros amigos del barrio. 
Los días transcurrían, me había convertido en un espectador externo de los diferentes shows que daba el circo, me paseaba rodeando el circo escuchando o imaginando lo que podría estar pasando dentro. Por otro lado tenía a mi amigo diciéndome o animándome para "zamparnos" entrar sin pagar, eso no iba en línea con lo que sentía. Simplemente tenía miedo, que nos descubriesen. Él me decía para pasar por debajo del  alambrado.

-No tengas miedo.-

Era lo que repetía. Mi reputación estaba en juego, este amigo muy avispado era menor que yo y si él se atrevía porque no podría hacerlo yo., además había un detonante más grande, si no iba  el contaría  al resto que me eché para atrás en algo que supuestamente todos los niños lo hacían.
Acepte la propuesta con el corazón en mis manos. Aquella noche decidimos ingresar al circo. Pasamos el alambrado en el descuido del vigilante, rápidamente levantamos el toldo del circo y ya estábamos dentro. Nos metimos rápidamente entre las largas tablas que servían de asientos, trepamos como monos y teníamos el circo a nuestros pies. Para esto nos ubicamos en la parte alta, mezclándonos con las familias que pagaron una entrada. Allí había muchos conocidos del barrio, entre vecinos y otros amiguitos que vestían para la ocasión ropa limpia. Nosotros estábamos llenos de tierra de arriba a abajo. Esperábamos  el último silbatazo para dar inicio al "espectáculo". Me sentí muy bien por un instante, me decía -"ya pasó lo peor"- 
 la música  acompañaba mi desacelere del corazón.
A través de los parlantes anunciaban el inicio del espectáculo, ambos nos mirábamos con cierta complicidad. Todo no fue color rosa, a lo lejos veo al boletero, mi corazón automáticamente se revolucionó. Lentamente nos  alejábamos de las garras de aquel hombre moreno de gorra  gris. Mi compañero de  aventura se movía de forma acróbata entre los asientos, yo movía mi trasero centímetro a centímetro, un frío recorría mi estomago hasta la punta de mis cabellos. El hombre iba pidiendo los boletos, su mirada se dirigía hacia mi amigo que llamaba mucho la atención con sus movimientos histriónicos, parecía un mono dando saltos de arriba abajo. El hombre se  acercaba cada vez más y nosotros ya no teníamos escapatoria, me quede paralizado ante la mirada hipnotizadora que me lanzó, me pidió el boleto de entrada, me quede mudo, rápidamente hizo el mismo gesto a mi compañero de aventura, lo cual el silencio hizo retumbar el circo, era como si la música, el ruido de fondo de las conversaciones no existieran. Bajo ese ese estado bajamos de las gradas y nos invito a salir, nos cogió amablemente de los hombros, sin ejercer ninguna presión. Caminaba levantando polvillo con mis zapatillas que algún día fueron blancas, en mi mente solo habitaba una duda.
¿Nos golpeará? en ese tipo de situaciones este tipo de gente solía ser violenta con los niños que entraban sin pagar. Los pasos parecían eternos, la noche olía a dolor en mi flaco trasero, atravesamos  la entrada principal y esperaba  la patada que me lanzaría varios metros  del cerco del circo, al llegar al alambrado, él aun nos tenía sujetado por los hombros. Mi mirada se deslizo suplicante hacia aquel hombre, sus movimientos eran automáticos, abrió el cerco y nos dejó. El frío  dejo de recorrer mi cuerpo. El corazón seguía latiendo sin parar. Mi compañero y yo seguimos en silencio hasta nuestras casas.
Aquella noche aprendí una lección solo puedo hacer y ser lo que mi corazón me diga y no lo que diga el resto no tengo que contentar  a nadie, para integrar o ser aceptado, me debo a mi mismo para sentir el mundo en cada paso en cada aroma, en cada caída, esas serán  mis caídas y mis méritos.


Carlos Colonia B.
25 marzo 2013 

lunes, 5 de noviembre de 2012

DÍA A DÍA- ¿CASUALIDAD?-BELGICA


¿Casualidades?- Gante


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- Las casualidades no existen. Todo se manifiesta por algo, estos temas  que te inquietan también ocurren por algo. Creo que como es arriba es abajo. El universo tiene un  color y la tierra es un reflejo.
El ser humano es un vivo reflejo de ese universo, un universo lleno de posibilidades para aprender, desarrollar y compartir. -

Ayleen le inquietaba  la misión que tiene cada ser humano en este mundo.

-¿Como descubro cual es mi misión? Sé que amo lo que hago, por eso estoy aquí para poder aplicar mis conocimientos en el bien común, en el desarrollo de nuevas alternativas para dar a la gente o mejor dicho mejorar la calidad de vida de la personas.-

- El camino no es el destino. En el ensayo también se encuentra la misión que tiene uno, pero lo podrás encontrar cuando profundices en el amor, el amor que todo ser humano lleva consigo. Cuando una persona entra en el millón de posibilidades que vive en el interior de si misma, encuentra de forma natural el camino de vida. Pero no te preocupes por llegar, tan solo camina y observa los detalles, en esos detalles hay una información muy grande para encontrar tu misión, porque esos detalles son parte del todo, son un granito que va haciendo la montaña. En esos detalles puedes detenerte para ensayar y ese detalle te conducirá a otro y así se va activando la magia y cuando menos te lo esperes ya estarás en la montaña. Sentirás en en tu pecho un resplandor y destello constante que nos invita a seguir creyendo en la magia de la vida, en la perfección de la creación, en el verdadero sentido de la existencia humana. 
Mira, imagina que te invitan a un lugar que no quieres ir, al final decides ir y allí entre el barullo de gente descubres que podrías organizar talleres de arte y exponer los trabajos de los niños de diferentes bares de la ciudad. Después de la experiencia descubres que se podría hacer postales para navidad, luego descubres que podrías hacer un documental de la labor de los chicos y eso te lleva a encontrar lo que realmente quieres hacer en la vida.

Sus ojos brillaban de emoción. Ayleen buscaba en sentido real a  su vida. Es un placer muy grande compartir información que nace del corazón y que toda esa información está dentro de nosotros solo activamos el fusible indicado y lo demás llega como agua de mayo. De algo  estoy seguro que todos lo hemos hecho en algún momento, moviendo cosas dentro de nuestro ser. Expresando con confianza y sinceridad.

Por la noche fuimos a ver un documental hispano. Anduvimos por las frías calles de Gante intentando dar con la dirección de dicho centro.
Nos sentamos para ver el documental. Cada cierto tiempo ella me miraba con asombro, el documental era el vivo reflejo de la larga conversación que tuvimos esa tarde. El documental trataba de la misión de un cura que descubrió la verdadera misión en aquella localidad donde lo enviaron. Este cura colgó la sotana, bueno lo destituyeron de la iglesia porque luchaba para reivindicar los derechos básicos de una joven nueva población en la ciudad de Caracas.
En el mundo necesitamos luchadores sin armas ni escudos, necesitamos valientes para construir en la acción de corazón las obras más nobles para con los demás.


Carlos Colonia B.
04-NOV-2012